Un día me alejé de mis padres para nunca más acercarme a ellos pero no me refiero a distancia física, ya que aún vivo bajo el mismo techo, sino a distancia afectiva y comunicacional. Aquello sucedió tan gradualmente que se fueron acostumbrando sin dar importancia al por qué yo me separaba y qué era lo que sentía.
El tiempo pasó y mi ser ya estaba cansado, había fallado un par de veces en querer desaparecer, sin que ellos lo supieran, pero hoy fue diferente: desperté con la imagen de mi madre llorando y gritándome en la cara, y sí, había vuelto a fallar.
Confusos son los recuerdos de sus palabras debido a sustancias que permanecían en mi cuerpo, pero tengo aún en mi memoria su desgarrada voz pronunciando estas preguntas que no pude responder en su momento más que con una mirada silenciosa y ahora lo quiero hacer :
¿Por qué te quieres matar?