En noches interminablemente cortas se invade mi mente de pensamientos sufrientes
al reflexionar sobre el por qué debería aceptar un destino impuesto por mis talentos.
"Puedes ser un gran campeón" han escuchado durante años mis cansados oídos obedientes,
pero para adeudar o querer esa posibilidad no encuentro validos y suficientes fundamentos.
No hallo mérito alguno en logros motivados en mi debilidad por cumplir los deseos de los demás,
carencia de propia decisión que hace que la recompensa de la gloria a ellos sea transferida.
Ni una gota de orgullo, al ver vanos símbolos materiales que a la estantería decoran, he sentido jamás
y se me empañan los ojos de compasivo dolor al poseer sin aprecio la honra por otros pretendida.
Si no le encuentro razones al respirar, más absurda aún me parece esta monótona y agotadora rutina
que fortalece mi cuerpo pero en la mente solo se ha encargado de a mis pensamientos propios apartar.
Nadie te advierte de la caída emocional que llega al finalizar la poderosa descarga de adrenalina
y que la victoria trae una profunda y oscura soledad que quien suba a la cima tendrá que soportar.
¿Cuánto tiempo he perdido?, ¿qué hubiera hecho con él? son cosas que este descanso considerará
y si me lo tomo es por real necesidad, ya que a nadie con esta temporal partida he pretendido dañar,
y porque hoy tampoco sé qué quiero: ¿sentido conceptualmente admisible mi vida encontrará?
Solo siento que ya no quiero lograr el sueño de nadie y únicamente apetezco poder volver a soñar.
Escrito por SimbiosisOscura en Cuéntanos a todos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe he perdido en el querer ser como los demás quieren que sea. No se en qué momento paso eso. Quisiera volver a reencontrarme. Cómo lo dices tú. Volver a soñar
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