Siempre fue seguro, independiente y con miles de sueños.
Hubo un tiempo en el que siendo así aprendió a aportar cosas positivas, a influir de buena manera en la vida de los demás, a marcarlos. Ahora sólo queda su cuerpo, lleno de huesos rotos, órganos podridos y un montón de recuerdos. Empezó con una decepción tras otra, y tan sólo quería protegerse de los demás, estar un poco más solo.
Nunca imaginó que estar solo iba a llevarle a empezar a sentirse solo. Uno a uno cayeron los pilares que sujetaban su vida. A más daño, más cerrado; cuanto más cerrado, más daño. Era un círculo vicioso de autodestrucción y destrucción externa.
Llegó un momento en que aprendió a autodestruirse tan bien que no necesitó a nadie más para hacerlo, solo lo hacia perfectamente. Aprendió a alejar a todos de su vida, a hacer que todos se cansaran de él. Aprendió a romper todas y cada una de las cosas que le importaban.
Lo aprendió tanto que empezó a hacerlo inconscientemente hasta el punto de hundir su vida, convirtiéndose en una persona totalmente vacía. Eso es lo que es hoy; nada.
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