domingo, 3 de mayo de 2015

El limbo

Todo comienza sin que te des cuenta, un día te dicen que debes aprovechar tu juventud, y al día siguiente lloras por una calificación o a veces sin razón alguna. Altibajos, emociones, el calor adolescente inunda tu cuerpo, sientes que la vida es por y para ti.

Te subes a una nube, caes, te duele, te levantas, pero no importa. Las noches en vela se vuelven cotidianas, pensar, pensar, pensar. Hacer tarea. "Preguntarte a ti mismo". No responderte. Más y más tarea. Charlas con tus amigos. ¿Tu compañía? La música. ¿La soledad? Un martirio. Todo es efímero. Amores: Desamores. Todo está en tu mente.

Pero llega un momento crucial y preguntas que jamás habían atormentado tu cabeza. Miras hacia atrás ¿Que es eso? ¿Felicidad? "No lo se" se vuelve tu respuesta mas común. De pronto es como si no encajaras en ningún sitio, te das cuenta de que la vida no está para complacerte, conoces gente que te traiciona, hay amigos falsos, hay gente mala en la calle. Todos juegan el sucio juego del dinero.

A veces los padres exigen de más, a veces tu te exiges de más. Sin darte cuenta dejas de mirar todo a través de un caleidoscopio a menos que uses drogas, sin darte cuenta, estas escuchando a tus amigos hablar de problemas más graves que los tuyos que deben ser escuchados.

Se supone que tienes todo lo necesario y no deberías quejarte, pero decides que tu tampoco mereces sufrir por algo y se los cuentas. Nadie parece oírte, nadie te entiende, nadie te conoce realmente y terminan por cambiarte la conversación después de todo, siempre sonríes ¿o no? Te conviertes en alguien a quien nunca le ocurre nada. Discutes casi a diario con tus padres y lloras en silencio en el baño o en tu habitación pero minutos después van a buscarte porque quieren seguir gritándote. Tu solo tratas de mejorar y complacerlos. 

Las clases se tornan aburridas si no están tus amigos, ¿Será que eres dependiente de algo? ¿No es acaso suficiente contigo mismo? Pues no, eres horrible en realidad y le huyes a los espejos. Si intentas mirar hacia el futuro, obtienes una imagen borrosa, incierta, y le tienes miedo, porque no sabes que quieres realmente a pesar de tener algún sueño. Las contradicciones te rodean.

Con "No es para tanto" y "Estoy bien" te intentas consolar a pesar de que notas que todo comienza a pesarte. Descubres también que no eres capaz de mantener una amistad, o tal vez no les interesa mantenerte en una amistad. Tampoco eres bueno en la escuela, parece que el cerebro no te funciona bien durante un examen. Nada es como lo pintan. Cuando alguien te conoce realmente, hasta donde se lo permites, puede quedarse o irse. Y será para siempre.

Escuchas hablar a otros y parece no dolerles nada, parece que están conformes con su existencia y tu no, por supuesto. Todo esto no significa que no seas capaz de sonreír, la simpatía te rodea en realidad, porque solo deseas ser feliz y vivir tranquilamente. Pero puede ser que esa sonrisa oculte el sufrimiento casi por compromiso.

Pasas de la risa al enojo y luego al llanto, cada vez menos capaz de controlarlo. De vez en cuando un grupo de amigos vienen, pero se van después de un tiempo, nadie permanece.

Un día después de que sigues bajo el engaño de que tu vida es normal, como cubetada de agua fría, te desesperas, lloras en la intimidad del silencio, con la soledad detrás tuyo, y bajo un mar de sentimientos tomas una navaja y te haces daño a ti mismo, porque no puedes con todo, cuando terminas no crees lo que hiciste. No querías hacerlo. Pero a la vez sientes un desahogo, te sientes un poco mejor. ¿Quien lo diría? Terminar en esto. Ocultas las cicatrices y sigues los ciclos viciosos a diario. No eres alguien depresivo, solo eres alguien muy débil que no soporta sus problemas.

Cuando caes en cuenta de que te frustras y desesperas con tanta facilidad, te das cuenta de que eres un problema.Quizá un error. Si antes no contabas lo que te ocurría, tal vez ahora menos por miedo a la crítica, o por miedo a responder demasiadas preguntas.

Después de un tiempo con todo eso encima, te acostumbras y lo vez como parte de ti, de tu personalidad y de tu vida. Hay veces en que no sabes ni quien eres y de pronto terminas comportándote como los demás. Y cuando se van, hay un vacío inmenso.

Sigues siendo capaz de sonreír mientras los pensamientos te consumen. ¿Sera que nada vale la pena y toda alegría termina en desilusión? Tal vez todos moriremos y tal vez tu necesites tomar un atajo porque todo estaría mejor sin ti.

Te desconoces, y basas una decisión drástica en un impulso...¿Es hora de decir adiós para siempre? En realidad no. No es que te hayas acobardado, es solo que aunque tengas el valor de quitarte la vida, simplemente no lo harás.

Te sientes culpable por sentirte mal y haber pensado en tal cosa, sigues sonriendo, sigues en el vaivén de emociones y tu futuro sigue siendo incierto. Solo que ahora estás en un limbo. No hay razón alguna para irse o quedarse. Ten cuidado contigo, podrías perder el control en algún momento.

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