Habito el occidente necesario de este ahora, de cada latido. Emparedado entre el olvido y la ignorancia, sediento de sentido, invento oasis de libertad en el desierto ilimitado de lo irremediable.
"¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" ( Romanos 9:21)
Nada me pertenece, ni siquiera el reflexivo posarse de esa mirada, ay, tan cercana: soy un destino.
Las musas insuflaron mi pecho con visiones infernales: ¿Qué es lo peor que le puede pasar a este pedazo carne?
Cada instante es un "All In" pues lo peor es posible. Cada apuesta, un farol: la baraja es infinita e imposible conocer el valor de mi mano.
Me tiemblan las rodillas y crujen mis dientes al ver reflejado mi rostro en ese espejo que me mira desde el abismo, allí abajo.
Lo peor es posible y mi aliento temerario.
¡Qué osadía es el vivir!
Mi epitafio: ¡Cruzad los dedos!
Escrito por Silenio el milenial en Cuéntanos a todos.