Según científicos canadienses los cerebros de los suicidas tienen una composición química diferente a los de la gente que muere por otras causas. Y la causa parece ser una compleja combinación de cuestiones genéticas y del entorno.

En el estudio se analizó el tejido cerebral de personas que habían muerto, tanto por suicidio como por causas naturales, como infarto. Los suicidas estaban afectados por un grave trastorno de depresión.